jueves, 10 de octubre de 2013

Asoma el "dólar Bulgheroni", una muestra más de cómo el relato "se rinde" ante la dura realidad

Detrás del renovado impulso que el Gobierno le da al bono Baade se esconde la aceptación de una política que el discurso oficial dijo que iba a evitar: el desdoblamiento cambiario. Es decir, abre el camino a una cotización más alta a quienes traigan divisas. ¿Solución definitiva o parche?


Una vez más, el "relato" oficial choca contra la realidad. 

Será por instinto de supervivencia, por imposición de las circunstancias o por el gusto a cultivar el doble discurso, lo cierto es que cuanto más fuerte se vociferan ciertos principios desde el atril presidencial, más se relativiza la política para dar lugar al pragmatismo. 

Fue así como el discurso de la soberanía hidrocarburífera tras la "recuperación" de YPF no fue obstáculo para la firma del acuerdo con Chevron, heredera de la mítica Standard Oil de Rockefeller.

Ni el proclamado interés por preservar los recursos nacionales fue óbice para fomentar la resistida minería a cielo abierto. Ni la retórica agresiva contra los productores sojeros impide una política que desalienta cultivos alternativos y torna al país cada vez más soja-dependiente.

El último capítulo de este pragmatismo en el cual "billetera mata relato" es la aceptación de que habrá un nuevo dólar que regirá sólo para inversores que decidan traer sus divisas al país.

Como siempre, fue una medida camuflada. No puede haber un acto en el que, desde su atril, Cristina Kirchner anuncie un tipo de cambio diferencial y reciba el aplauso de la "hinchada".

Pero lo cierto es que el nuevo plan para captar inversiones mediante el Bono Argentino de Ahorro para el Desarrollo Económico (Baade), ahora con un importante retoque respecto de su diseño original, supone una contradicción con la promesa que había hecho la Presidenta hace dos años cuando, a pocas semanas de haberse instaurado el "cepo", desestimó los rumores de un desdoblamiento cambiario.

"Olvídense, no va a haber nada raro", había dicho Cristina. Claro, eran días en los que todavía el Gobierno peleaba su "batalla cultural" por la pesificación.

Pero, salvo Víctor Hugo Morales, Aníbal Fernández -obligado- y la propia Cristina, no hubo noticias de nadie más que haya decidido pesificar al tipo de cambio oficial sus depósitos en dólares.

La inocultable derrota en ese punto, evidenciada por el desplome del mercado inmobiliario, llevó a otro giro pragmático, con el cuestionado blanqueo de capitales. 

Pero el estrenduoso fracaso del Cedin, que logró menos del 10% de la adhesión prevista, ahora lleva a esta nueva etapa.

El Gobierno ya tenía bastante claro lo difícil que resulta convencer a alguien de vender voluntariamente al tipo de cambio oficial. Es decir, a un dólar a $5,83 cuando todo el mercado refleja en el valor del blue que está dispuesto a pagar $9,72.

Por si cabían dudas, allí estaba el caso de la minera brasileña Vale, que suspendió un mega proyecto de u$s6.000 millones en Mendoza porque el Gobierno se negó a permitirle un tipo de cambio más acorde con el aumento de los costos en pesos. 

Escasez mata relato

A pesar de la negativa oficial, todos los argentinos tienen en claro que en la economía conviven varios tipos de dólar. 

Por lo pronto, desde hace muchos años hay uno para la soja, que se ubica un 35% por debajo del oficial. Además hay otro para el turismo (que incluye un recargo del 20%) y uno para el mercado inmobiliario, que durante un tiempo fue de color celeste para luego migrar al blue. 

Pero ninguno de ellos servía para fomentar la inversión externa. Por eso ahora asoma el "dólar Bulgheroni".

En esta ocasión, el arranque de pragmatismo vino por parte de Guillermo Moreno quien, curiosamente, terminó tomando una sugerencia que el inefable Domingo Cavallo había hecho ni bien se lanzó el plan Cedin.

Para el ex ministro, sólo había chances de relativo éxito si la iniciativa le permitía entrar a inversores con dólares en blanco y no sólo a los evasores declarados.

Por otra parte, la posibilidad de un mercado secundario, donde el bono fuera transado a un valor más cercano al blue, era el condimento indispensable para tentarlos a traer sus divisas al país.

Y, precisamente, esto es lo que está detrás del nuevo sistema, que debuta con el anuncio de que el Grupo Bridas -de los hermanos Bulgheroni- ingresará u$s500 millones para invertir en la exploración petrolera en el yacimiento de Vaca Muerta.

Más aun. Los empresarios ya no deberán conservar el Baade hasta su plazo final de 2016. No tendría sentido hacerlo, ya que el bono perdería contra otras alternativas de inversión que dejan casi 9 puntos más de interés.

En cambio, con la existencia de un mercado secundario, los dólares pueden inmediatamente transformarse en pesos a un tipo de cambio que se presume se ubicará en torno de los $8. Es decir, más cerca de la cotización del billete informal que del oficial.

Es cierto que faltan algunos detalles, que no sólo terminarán de confirmar la vigencia de este "dólar Bulgheroni", sino que también definirán ciertos equilibrios de poder entre la interna del equipo económico del Gobierno.

Se necesita que previamente pongan su "gancho" la titular del Banco Central, Mercedes Marcó del Pont y el director de la AFIP, Ricardo Echegaray. Y, según trascendió, ambos están en contra. Por lo tanto, una aceptación del nuevo Baade implicaría una victoria de Moreno.

¿Solución o parche?

La gran duda, en todo caso, es si debe considerarse este nuevo dólar como un acto de racionalidad por parte de un Gobierno que se ve obligado a adaptar sus lineamientos como forma de estimular la inversión o si, por el contrario, esta medida no es más que un nuevo "parche" que traerá más distorsiones al mercado.

A juzgar por las primeras reacciones de los analistas, es posible que el "dólar Bulgheroni" sea ambas cosas al mismo tiempo: una ayuda y a su vez una distorsión.

"En definitiva, lo que se está viendo es que Bridas terminará actuando un poco como banco que le presta al Gobierno. Sería una forma de financiarse a través del mercado de capitales", afirma Fausto Spotorno, economista jefe del Estudio Ferreres.

"En algún punto se está mostrando racionalidad, porque se abre una puerta de venta a un tipo de cambio más alto para quien esté dispuesto a invertir", completa.

Su colega Hernán Lacunza, ex gerente del Banco Central y director de la consultora Empiria, destaca: "En la medida que haya nuevas suscripciones que sigan a la de Bridas, esto podría llegar a suponer un alivio en las reservas del Banco Central, al menos en el corto plazo, porque el bono recién se puede rescatar en 2016".

Incluso, para quienes más critican al atraso cambiario, esta alternativa deja una ventana como para que se puedan aliviar tensiones en la economía sin correcciones bruscas.

Un exponente de esta línea es Eduardo Curia, economista del Plan Fénix y uno de los mayores defensores del dólar alto.

"Hasta ahora, se abrían dos posibilidades. Una era una devaluación relativamente importante, y la otra la del regreso al mercado de deuda. Quizás con el Baade se abra una tercera vía, ya que todo indica que estamos en una situación en la cual es difícil seguir los caminos tradicionales", observa Curia.

Si bien no oculta que preferiría "medidas más medulares para resolver el problema de fondo, que es el cambiario", el economista admite que este desdoblamiento de hecho supone "una medida imaginativa que va abriendo puertas para casos específicos y además ayuda a incentivar la inversión".

El peligro de la doble convertibilidad

Aun admitiendo ciertos efectos positivos, los analistas advierten que esta jugada no estará exenta de costos.

"Van a entrar dólares frescos, que es lo que el Gobierno está necesitando con más urgencia. Pero la gran desventaja es que se va a generalizar una expectativa devaluatoria y, por supuesto, no va a ingresar ningún dólar al tipo de cambio oficial, porque todos van a especular con lograr un tratamiento similar a los que invierten en el Baade", argumenta Lacunza.

"En definitiva, este ´bono patriótico´ revela el fracaso del blanqueo, que a su vez revela el fracaso del cepo que a su vez revela la imposibilidad de resolver la caída de reservas, que tiene su origen en la alta inflación y en la imposibilidad de tomar deuda. En ese contexto, el Baade sigue la misma lógica de siempre, es un parche más que no resuelve los problemas de fondo", agrega el economista.

Desde su visión como experto en el área energética, un ex secretario del área, Daniel Gustavo Montamat, coincide en que la estrategia de un nuevo dólar a través del Baade "es un paliativo para el problema de la balanza de pagos, pero sigue sin resolver la pérdida de competitividad".

Según Montamat, el escollo que no podrá sortear el Baade es la existencia de una "doble convertibilidad", una cambiaria y otra tarifaria.

"Eso no puede resolverse a medias, porque si se suben las tarifas y no se mejora el tipo de cambio real, entonces el costo interno se vuelve más anticompetitivo. Y si se eleva el tipo de cambio pero no se tocan las tarifas, entonces los subsidios a la energía importada se van al infinito", detalla el experto.

En definitiva, no oculta su escepticismo respecto de que este plan pueda traer resultados significativos, tanto para recomponer las reservas del Central como para ayudar a la producción petrolera.

"Esta señal de desdoblamiento cambiario que se pretende enviar con el caso de Bulgheroni puede ser una solución parcial, pero el problema es mayor", afirma Montamat.

Y completa: "Para que entren más dólares hay que preguntarse qué van a ponderar los inversores, si tener un canal legal para cambiar billetes verdes o contar con un panorama de mayor confianza en el país. Definitivamente pesará más esto último".

Por lo pronto, las reservas del Banco Central caen a un ritmo cercano a los u$s1.000 millones por mes, con pocas perspectivas de frenar su tendencia descendente.

El "dólar Bulgheroni" se erige como la nueva esperanza de remediar la larga lista de fracasos en la desigual batalla del Gobierno contra el mercado cambiario. 

No es poco lo que se le pide al nuevo invento de Moreno. Para empezar, debe terminar de nacer, algo que no está del todo seguro luego del obligado retiro de Cristina Kirchner por razones de salud.

Luego, debe mostrar una capacidad de persuasión de la que todos los planes anteriores han carecido.

Hay que reconocer que, aun con todos estos reparos, el funcionario tiene un argumento poderoso: puede ser mayor el costo de no impulsar el Baade que el de hacerlo. A esta altura, con una inversión externa congelada y las reservas en caída libre, no es mucho lo que se pueda perder.

Y el "relato", como siempre, encontrará nuevas volteretas retóricas para justificar por qué se establecerá el desdoblamiento que se dijo que nunca se iba a convalidar.

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