jueves, 20 de junio de 2013

Blanquea el Gobierno su próxima meta: estatizar todo



   

Guillermo Kohan Periodista

Semanas atrás, cuando un empresario del sector alimenticio le comentó a un funcionario del equipo económico los problemas fiscales que podrían sobrevenir si cambia el viento de cola y bajan los precios agrícolas como ya está ocurriendo para 2014, recibió una respuesta inquietante: “¿Sabés lo que pasa? 

Nosotros creemos que hay que estatizar los campos”.

Apenas la Corte Suprema rechazó el martes por inconstitucional la reforma judicial del Poder Ejecutivo, una de las espadas más certeras de la Casa Rosada en el Parlamento, el senador por Neuquén, Marcelo Fuentes, anticipó por los medios los próximos pasos del oficialismo. 

Explicó que dado que el fallo del Alto Tribunal se ampara en la Constitución de 1994 para impedirle al pueblo el ejercicio pleno de sus derechos, lo que cabe ahora es ganar las elecciones para reformar la Carta Magna votada en Santa Fe, a la que calificó de “inspirada en el Consenso de Washington para proteger en forma irrestricta la renta privada”. 

Según Fuentes, esos acuerdos de 1994 ‘fueron triturados con la crisis de 2001 a partir de la cual la gente reclama más intervención del Estado‘. 

Con menos eufemismos, el docente pro iraní Luis D’Elía convocó inmediatamente por tweet a “reventar las urnas en octubre para reformar la Constitución”. “Si la Corte nos dice No, que el pueblo nos diga Sí” sueñan en Olivos. 

¿Será entonces Cristina la candidata en la provincia de Buenos Aires si el juego es a todo o nada? 

¿Demora Sergio Massa su decisión por el temor a tener que enfrentar directamente a quien fuera su jefa? 

Son todas preguntas que desvelan el ánimo del mundo económico, a medida que se va comprendiendo la gravedad de lo que se pone discusión en las próximas elecciones. 

Para el mundo económico, si prosperara una reforma constitucional tan estatista como la que podría proponer el Gobierno, la cuestión de la reelección indefinida pasa a segundo plano. 

Conviene observar que a medida que la Presidenta fue profundizando el modelo para enfrentar la inflación y la escasez de dólares e inversiones, el avance del estatismo fue evidente. 

A los casos más conocidos como las AFJP, Aerolíneas, o YPF que se presentan como grandes logros y avances, se sumó la mayor intervención estatal en energía y petróleo, comercio exterior, o el fútbol. 

Y cada vez hay mayor injerencia estatal para la administración de aeropuertos, la fijación de precios y salarios, las distribuidoras de luz y gas, o el reparto de créditos subsidiados. Al fracaso escandaloso en la política de transportes, se responde con más estatización. 

Como si el desastre de los trenes o la desinversión en rutas e infraestructura no fueran la consecuencia del pésimo manejo estatal año tras año.

Si no fuera por la Justicia, ya el Gobierno hubiera estatizado todos los medios masivos de comunicación y también hubiera intentado dominar la mayoría de los juzgados.

Quedan entonces sin estatizar, por ahora, los campos, las propiedades y los dólares ahorrados por familias y empresas, en blanco o en negro, dentro o fuera del país. 

Todos derechos que como bien explicó el senador Fuentes (FpV Neuquén) tienen “protección irrestricta” en la Constitución de 1853-1994 que ahora el oficialismo se propone modificar, siempre con el objetivo de más Estado y menos Mercado.

A propósito de los dólares del sector privado, un elemento que seguramente comenzará a discutirse en pocas semanas apenas se abra el blanqueo con los Cedin y los Baade, es qué pasará en el futuro con la tenencia de moneda extranjera, dado que sigue prohibido el dólar a precio libre en el país por el cepo cambiario. 

Es que lo que ahora se presenta como una exteriorización ‘voluntaria’ de dólares no declarados, en verdad no lo es tanto. Implica también la obligación de traer los dólares al país y sobre todo venderlos para adquirir los bonos blanqueadores. 

Los blanqueos del pasado permitían seguir manteniendo los dólares, afuera o adentro. Ahora, obligan a venderlos al Estado.

Es obvio que lo que necesita el Gobierno para seguir en el poder son los dólares que se fugan del sector privado. Sean de la soja, del colchón, de la caja de seguridad, de Uruguay, de Suiza o de Miami. 

Una vez que termine el blanqueo, a quien sorprendan con dólares billete, ¿le permitirán seguir atesorándolos o será perentorio entregar los dólares al Gobierno? Conviene recordar que ya se obligó a sectores económicos a repatriar divisas y venderlos al cambio oficial. 

Al menos esta vez entregarían cedines. Claro, siempre que prospere una reforma de la Constitución que apunte a fondo: estatizar todo.

cronista.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario en la entrada

Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...