miércoles, 1 de mayo de 2013

Dólar blue: un mercado fantasma que amenaza tocar los $ 10 en breve


La oferta parece haberse retirado del mercado paralelo y las medidas tomadas por el Gobierno no alcanzan. Por Julián Guarino. Subeditor de Finanzas y Mercados, especial para Cronista.com



Julián Guarino
Buenos Aires

La cadena de expectativas parece haberse roto. En el mercado blue, una plaza reducida que apenas operaba el 10% del mercado oficial de cambios, la oferta parece haberse retirado hasta nuevo aviso.

El motivo es la especulación, ya que el tiempo parece jugar a favor de aquellos que ‘retienen‘ los dólares: a mayor espera, mayor cantidad de pesos por dólar. Por el lado de la demanda, aparecieron más compradores.

El agro, que vende sus dólares al Banco Central, ha decidido cambiar una parte de esos pesos en el mercado paralelo. A ello se suman algunos grupos empresarios, que buscan dolarizar una parte de sus utilidades a riesgo de hacerlo en un mercado negro.

Por supuesto, existen dos vías alternativas -y claves- que apuntalan al dólar blue en su camino alcista: en el mercado de bonos es posible dolarizarse comprando Boden 2015 y pagando esos títulos a $ 9 por dólar (todo en blanco). Por otro, el contado con liquidación (comprar bonos acá y venderlos en Nueva York) también convalida esos valores.

De todas formas, si bien el dólar oficial se administra a cuentagotas, las señales del Gobierno parecen decir que las medidas que se han tomado hasta ahora no alcanzan.

En las últimas semanas, el Banco Central se ha cansado de emitir circulares, normas e incluso, imprecisas maniobras de intimidación vía correo postal, para fomentar el autocontrol en situaciones ligadas a los viajes y turismo, compras con tarjetas de crédito en el exterior y retiro de dinero en efectivo vía cajeros automáticos. Esto también ha impactado en el mercado blue, ya que se especula que pronto vendrán nuevas restricciones.

En el aspecto macro, la inflación ha cedido algunas décimas y la actividad económica comienza a dar algunas señales de recuperación incipiente (incluso la construcción) si bien la suba del nivel general de precios se ubica cómoda por encima del 20% anual.

La pregunta, como siempre, que viene incluida en el ’pack’ es qué va a pasar con el aumento de los costos en dólares, el atraso cambiario y si el recurso para tapar los baches del déficit (más gasto que ingreso) va a ser, para siempre, la emisión monetaria y, por ende, la inflación.

Por un lado, Argentina no puede emitir bonos porque pagaría un precio excesivo por el dinero (15-17% anual en dólares) o correría el riesgo de que le embarguen parte de esos recursos. ¿Subir los impuestos? En eso están, pero hay un límite (esperemos que lo haya).

Si bien el gasto público supera el 50% del PBI, financiarlo con emisión de dinero (que crece al 40% anual) es un recurso peligroso. Evaluemos. Si, como el Gobierno parece estar decidido a hacer, no se ajusta el dólar oficial (se redujo la marcha devaluatoria al 14% anual e incluso se cierran contratos a futuro que ponen un dólar a $ 5,94 para diciembre), entonces se corre el riesgo de generar una desaceleración del consumo (está pasando) porque hay sectores que piensan que conviene tomarse un tiempo antes de comprar bienes que, en dólares, hoy resultan caros. Así, se convive con un fantasma que dice que en algún momento, todo ‘se abaratará‘ con la devaluación.

El otro camino tampoco es el ideal, ya que acelerar la devaluación oficial tiene la ventaja de tentar al agro a liquidar sus dólares pero también genera inflación. En el equipo económico del Gobierno existe la certeza de que es preferible financiar el gasto público y, por ende, el déficit, con emisión monetaria antes que salir al mercado internacional a endeudarse en dólares.

Es un razonamiento atractivo (para Lorenzino & Co.), ya que no existen condicionamientos externos, como por ejemplo, tener que juntar los dólares para pagar esa deuda. La contracara es que se genera deuda doméstica, más barata, ya que para no generar inflación por encima del 30% anual, el BCRA emite bonos y recoge pesos a una tasa menor.

No sería malo empezar a ajustar el gasto público (menos subsidios, etc.) para que el déficit a cubrir no sea tan importante y, por ende, no haya que emitir tanto dinero que luego genera inflación. Si lo damos vuelta, hay quienes sostienen que la mejor manera de frenar la inflación es cambiar de forma de financiar el déficit.

Existe otro problema, quizás tan importante como el déficit: se van agotando las reservas del BCRA. Los dólares sirven para pagar importaciones, pre-financiar exportaciones y pagar deuda (antes servían también para que los argentinos ahorren y viajen). Suponiendo que los dólares sigan ’faltando’, la devaluación siempre está en carpeta.

No la devaluación gradual (depreciación) que se hace del peso, sino una medida de ’sacudón’, que en criollo implica una transferencia de riqueza de aquellos que NO se dolarizaron, a aquellos que SI lo hicieron ya que aumenta su poder adquisitivo.

Sin embargo, mientras esto sucede, es decir, mientras se espera que el Gobierno tome medidas para devaluar la moneda, las empresas no saben si invertir o no. Hoy el Gobierno te da dólares a cuentagotas pero a $ 5,16. En rigor, cada día que pasa existe una nueva batería de medidas (dólar-tarjeta, compras en el exterior, viajes y turismo, etc.) ¿La tentación? Que el Gobierno empiece a limitar la cantidad de dólares... pero por precio. Que le suba el precio a la divisa. Venderle billetes a Marcó del Pont hoy no es buen negocio. Es probable que el Gobierno comience, en algún momento a pensar que subirle el precio al dólar puede darle una salida.

cronista.com

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